Hace tiempo queríamos escribir estos párrafos, pero es difícil hablar sobre cuestionamientos a lo que son, en principio, acciones bien intencionadas. Estamos hablando concretamente de las decisiones que las personas (y algunas instituciones) toman con el propósito de “ayudar” a los animales y a la biodiversidad. Revisemos entonces algunas de estas acciones y conversemos sobre las razones por las cuales, aun queriendo ayudar, podemos estar haciendo las cosas mal. Como no podía ser de otra manera, vamos a ilustrar esta nota recurriendo a ejemplos de sapitos.
Los animales silvestres y el supuesto “privilegio” del cautiverio.
Llegan muchas consultas a las redes de COANA sobre cuidados de sapos y ranas que fueron colectados en silvestría. La razón de esto es que las personas piensan que los entornos naturales son hostiles para estos animales. Nos cuentan: “las charcas se secan”, “están cerca de rutas y peligra su vida”, “hay cultivos y pesticidas cerca”, “en mi casa les puedo dar de comer”…. Estos animales que ahora viven en patios, jardines y estanques de casas en zonas urbanizadas, nunca podrán volver a la charca a buscar pareja y reproducirse, probablemente cambie algún aspecto de la dieta y en la mayoría de los casos (las especies más sensibles) no sobrevivirán.
También hay que tener en cuenta que cada individuo cumple un rol en el ecosistema al que pertenece: si sacamos a un animal de su ambiente, estamos afectando también a otros miembros de la especie y al ambiente como un todo.
En la misma línea argumentativa, hemos recibido consultas de personas que inclusive creen que una pecera o terrario es un sitio más seguro para los animales que el hostil ambiente natural. Esto significa ignorar miles de años de evolución de las especies: no estamos salvando a un animal, lo estamos condenando.
Las especies exóticas y la libertad
No es raro que las personas adquieran animales exóticos como mascotas sin comprender completamente los requisitos necesarios para mantenerlos saludables. En algunos casos, los propietarios se dan cuenta de que no pueden proporcionar el cuidado adecuado y deciden liberar los animales en la naturaleza.
La liberación de animales exóticos en entornos naturales puede tener consecuencias desastrosas para la fauna nativa y el medio ambiente. Los animales exóticos a menudo no tienen depredadores naturales en sus nuevos entornos y pueden reproducirse rápidamente, compitiendo con las especies nativas por los recursos y alterando el equilibrio natural del ecosistema. La decisión de darle libertad a un animal exótico puede perjudicar a incontables especies de animales y plantas nativos.
La naturaleza que no es nativa
En ocasiones, las personas también deciden crear ambientes artificiales con la buena intención de cuidar a la naturaleza. Particularmente, en áreas rurales o periurbanas de las pampas argentinas, es frecuente encontrar lagunas o humedales artificiales, zanjones profundos, o lagos de carpas (peces) y rodeados de pinos. Aunque vistoso, nada de esto se parece a un humedal pampeano y sólo contribuye a la introducción de más especies exóticas. Una vez más, una buena intención que acaba en un epic fail.
La ilusión de salvar una especie de la extinción.
Un tema algo más complejo es el que refiere a las prácticas de mantener animales en cautiverio para reproducirlos y luego poder reintroducirlos en ambientes naturales. Hemos escuchado estos argumentos sostenidos por hobbistas o criadores de animales no convencionales.
En primer lugar, esta no es una decisión que pueda tomar una persona. En Argentina, el patrimonio biológico es propiedad del Estado y por lo tanto existen leyes y normativas que regulan su uso, pero también su conservación.
En este sentido, son necesarias instancias de investigación científica, gestión, intercambio con instituciones y tomadores de decisiones para concluir que una especie necesita ser mantenida en cautiverio con propósitos de conservación. Llevar a animales silvestres y nativos al cautiverio sin sólidas implicancias en la conservación de la especie, es tener una mascota más.
¿Por qué creemos estar haciendo las cosas bien?
-Porque solemos desconocer los procesos de la naturaleza, nos hemos desconectado de ella, pero sin advertirlo. Nos hemos desconectado tanto que ni siquiera podemos reconocer cuáles son los paisajes nativos de nuestros territorios.
-No estamos recibiendo la información adecuada. Por esto, es de vital importancia la educación ambiental que nos provee herramientas, no solo de conocimiento empírico, sino también para ser capaces de tomar decisiones fundamentadas, evitando equivocarnos.
-¿Estaremos perdiendo, también, la capacidad de escuchar? Escuchar a las personas que se han preocupado por entender, al menos un poquito, sobre cómo funciona el mundo natural. Esas personas no vienen sólo de la academia y las ciencias, sino también de los territorios y los saberes a veces ni siquiera escritos.os orienta sobre cómo ayudar sin dañar.
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